viernes, 16 de abril de 2010

La culpa.

¡Este momento!... Este aquí y ahora... Se me olvida cuando empiezo a pensar en términos de lograr algo. Cuando surge la mente que pretende algo, pierdo contacto con el paraíso en el que estoy. Este es uno de los enfoques más liberadores: ¡me libera ahora mismo! “Olvida todo lo relacionado con el pecado y olvida todo lo relacionado con la santidad: ambos son estúpidos”. Los dos juntos han destruido todos los gozos de la humanidad. El pecador se siente culpable; de ahí que haya perdido su alegría. ¿Cómo puedo disfrutar de la vida, si estoy sintiéndome culpable constantemente, si estoy yendo constantemente al grupo o al templo a confesarme que he hecho esto mal y he hecho aquello mal? Todo está mal y mal y mal... Toda mi vida parece que está hecha de defectos. ¿Cómo puedo vivir gozosamente? Se vuelve imposible disfrutar de la vida. Me vuelvo pesado, agobiado. La culpa se asienta en mi pecho como una roca, me aplasta: ¿Cómo podría yo danzar? ¿Cómo puede danzar la culpa? ¿Cómo puede amar la culpa? ¿Cómo puede cantar la culpa? ¿Cómo puede vivir la culpa? Por tanto, el que piensa que está haciendo algo equivocado se siente culpable, está agobiado, muerto. Antes de morir ha entrado ya en la tumba.
La culpa es realmente el reverso de la moneda del orgullo. La culpa lleva a la autodestrucción, y el orgullo lleva a la destrucción de otros. - Grapevine de Junio de 1961 -


 

martes, 6 de abril de 2010

El Ego


A continuación unos escritos del Dr. Harry M. Tiebout acerca del tan traído, llevado e incomprendido:


EGO


           

          Favor de tener paciencia y leer con calma.

De acuerdo con la experiencia escrita del Dr. Tiebout, el ser humano tiene, durante los primeros seis años, que ser educado dándole forma a esa fuerza, que al igual que el espíritu, nace con el nombre de Ego, misma que cumplirá la función de ser un censor a través de los sentidos para detectar los posibles peligros a que pueda el individuo exponerse, es decir, que el Ego es una fuerza que se manifiesta en temores preventivos.

Al ignorar que función cumple el Ego en el desarrollo del hombre, así como el papel tan importante que juega en la vida de éste, inconscientemente se deja que esta fuerza se apodere del individuo, destruyendo en él todo intento que el espíritu pueda hacer para ocupar su lugar de conductor del vehículo en el que viajan ambas fuerzas; de ésta forma, es espíritu es desplazado por la fuerza del Ego, ya que este se alimenta con los deseos de los instintos y esto no le causa ningún esfuerzo ni sacrificio alguno; de tal manera que cuando el Ego se apodera del individuo, el Espíritu, que es el auténtico SER , desaparece casi por completo, y el Ego es el que trata de ocupar este espacio que le corresponde al SER GENUINO , iniciando el Ego una carrera loca en busca de suplantar al “DIOS” que llevamos dentro, que es el autentico ser: pretendiendo llevar este espacio abandonando por el hombre con nombramientos, títulos para revalidar su carencia de ser interior, y se ostentará como el licenciado, el contador, el arquitecto, etc., a veces tratará de ser reflejo de lo que es otra persona, soy hermano del doctor, del presidente, del coordinador, etc., en su familia hará valer lo que piensa que es, soy tu padre, soy tu esposo, soy tu hijo, etc.,. Estas manifestaciones del Ego son tan equivocadas como las que proceden de los complejos de inferioridad; soy el peor, el más feo, el más pobre de la familia, el patito feo, el último, etc.; ambas apreciaciones son producto del Ego y por consecuencia inciertas. Todo esto se da, después de los seis años, por no haberse educado desde el punto de vista espiritual, es decir, hacerle conocer al niño, que existe una superioridad que rige el universo y que este es el encargado de proveer tanto la vida como los elementos que se requieren para la misma. Por otro lado, es necesario ir haciendo, en forma paulatina, el desplazamiento de ese dios equivocado que ha concebido el niño en sus primeros años de evolución, al pensar que sus padres son dioses y por consecuencia están obligados a satisfacerle todos sus requerimientos; con esta concepción equivocada se comienza a correr el riesgo de que el Ego de este infante crezca en forma inmoderada, separándole, cada ves mas, de los demás: por lo que cuando se percata de las limitaciones que tienen sus padres físicos, va recibiendo frustraciones que lo llevan sin desearlo al enjuiciamiento de sus progenitores, y por este simple hecho se va quedando cada ves mas en una soledad que solo puede ser llenada por LA FE y el descubrimiento de la existencia de ese Poder Superior del cual no se le ha enseñado.

El crecimiento del Ego, a partir de los seis años en adelante, si no es educado en un “vientre espiritual”, es decir, entendiendo a la familia como el primer contacto que este embrión en formación espiritual tiene, y la familia como la fuente de su evolución, para darle identidad como ser y la seguridad de poder ser, es porque no le fue debidamente puesta en su oportunidad en el vientre familiar se esencia de ser, es decir de ser hijo de Dios, y como tal, ser uno mas en este mundo con derecho a todo lo que en él existe al igual que todos sus demás hijos.

Una vez concebido lo anterior, el ser humano no tiene pretexto para lograr en su vida la felicidad, ya que no tendrá las excusas del Ego, que son parte de la personalidad insegura; es que no se, no puedo, y si lo pierdo, etc. Ya que haber encontrado un lugar en este mundo le da derecho a disfrutar lo que en él hay.

Es el Ego una fuerza nacida de los instintos, cuya ventana al exterior es la mente del individuo que le da vida, es decir, el vehículo que hace posible su manifestación; de ahí que los problemas de tipo mental y físico que el individuo tiene, se deben precisamente a las exigencias irrazonables de esta fuerza, que logran en algunos casos, causarle la muerte al vehículo que la transporta, toda ves que su manifestación es a través de temores y miedos de tipo patológico, que en la mayoría de los casos provocan infartos y otros males al individuo que genera los miedos descoyuntados, es decir, miedos nacidos de la imaginación enferma de un egoísta recalcitrante.

          Enseguida algo del "AA llega a su Mayoría de Edad" respecto al Ego 
          y su resurgencia:

Como ya he descrito, el hecho de tocar fondo para producir una rendición que reduzca el ego a su tamaño real se hizo evidente en forma muy rápida. Con el tiempo se manifestaron dos hechos adi­cionales. El primero, que un ego reducido tiene maravillosos poderes de recuperación. El segundo, que la rendición es una función disci­plinaria y una experiencia esencial.

El primer hecho sólo repite algo que es conocido por todos ustedes. Es un lugar común que el retorno del crecimiento del ego puede suceder en cualquier momento. Los años de sobriedad no son un seguro contra su resurgencia. Ningún A.A., sin importar su vete­ranía, puede bajar su guardia contra los golpes sostenidos de un ego que revive. Recientemente un A.A., escribiéndole a otro, le informaba que estaba sufriendo de, "halo-tosis", en referencia a la autocom­placencia y envanecimiento que pueden tan fácilmente hallar cabida en el individuo que tiene muchos años de sobriedad en su favor.

El creer que se tienen todas las respuestas, o lo contrario, que no se necesita conocer ninguna respuesta, sino únicamente seguir el programa de A.A., son dos indicadores de problemas. En ambos casos está notablemente ausente la mente abierta. Tal vez la mani­festación más común del retorno del ego se manifiesta en el individuo que cae de su nube rosada, ese estado mental tan familiar para todos ustedes. El estado de nube rosada es una cosecha lógica de la ren­dición. El ego, que está lleno de problemas, se da por vencido, y el individuo siente paz y tranquilidad interior. El resultado es una enorme sensación de bienestar y descanso, y la persona rápidamente se siente en una nube rosa y cree que ha encontrado el cielo en la tierra. Todos saben que está propenso a una recaída. Pero tal vez no sea igualmente claro que es el ego, que vuelve lentamente a su posición inicial, quien fuerza la caída de esa nube a la arena de la vida donde, con la ayuda de A.A., puede ahora aprender a convertirse en una persona sobria y no en un ángel. Yo podría continuar con muchos más ejemplos conocidos por todos ustedes, para mostrar el peligro de creer siempre que el ego está muerto y enterrado. Su capacidad de renacimiento es pavorosamente sorprendente y nunca debe olvidarse.

 

Y finalmente:

El simple acto de la rendición puede producir la abstención por su efecto retardador en el ego. Infortunadamente, el ego siempre volverá a mostrarse a menos que el individuo aprenda a aceptar una forma de vida disciplinada, con lo cual esa tendencia de retorno del ego estará controlada permanentemente.