Año viejo, inolvidable por
siempre jamás…el 2012.
Para prácticamente todas
las civilizaciones, incluso para los alcohólicos de Grupo, el tiempo se dividió en
ciclos, periodos, etapas, años, meses, semanas y días (y otras fugas) a fin de
hacerlo comprensible. Esta vez - como siempre - las cábalas, las
interpretaciones fallaron y el mundo llega intacto al último día del año, el apocalipsis
ha sido solo para los que han muerto y los que se fueron a beber, válgase la
redundancia. A menos que suceda algo muy loco el día de hoy, el único fin que
viviremos es el fin de año, con buñuelos y todo.
Pero el punto es que a las sociedades
les ha dado por medir el tiempo como una forma de hacerlo entendible, pero también
de conmemorar aquello que les parece relevante o conveniente. Sea una fecha
santa, el aniversario de una gesta militar, un movimiento político-social, o
una “Estructura De Servicio” a los poderes establecidos gusta siempre que la
memoria colectiva se detenga donde se le indica, para festejar, lamentar o
simplemente “recordar” lo apropiado. Los Cuartopaseros lo acabamos de vivir en
todo su desm esplendor.
Si la Navidad ha trascendiendo
y rebasado fronteras religiosas para convertirse en un festejo internacional.
Algo similar sucede con el año nuevo, llevado a un nivel aún mayor: no hay aquí
resistencias de conciencia, de fe o de agrupación que impidan a creyentes, agnósticos
o ateos sumarse a la felicitación
colectiva; o a la angustia colectiva, cuando pensamos en el desmadre económico
que iniciará desde el día uno del que nos entra…
Aunque cada quien ha de
darle al cambio de año el significado que quiera o que pueda, o que le hayan
enseñado o inculcado a través de sus creencias, o de su “padrino”. Hay quienes se
lamentan por lo no logrado, los que hacen deseos, propósitos y despropósitos,
los que aprovechan la fecha y la ocasión para el festejo, no sé si por lo que
llega o por lo que se va. Ora si voy a ir
a escribir…
Más allá de ser fecha
convencional, éste día me servirá como alto en el camino para hacer recuentos,
evaluar, hacer una especie de corte de caja emocional, sentimental,
intelectual, pero solo un poco más ya que mi Programa me lleva a eso y mucho
más diariamente. Pero desde luego que el cambio del último dígito en nuestro
calendario es buen tiempo para aplicar aquello del Primer Concepto…”pare, mire y escuche”.
El 2012 tuvo harto para mi.
Pude enfrentar mis ilusiones y mis pesadillas como mejor supe, y ahora toca el
recuento de daños, de experiencias y lecciones, de ganancias. Se trata de una
reflexión profunda, tan profunda como el aprendizaje que pueda sacar de él.
Por lo pronto, me quedo desde
luego con los momentos difíciles, que fueron los que hicieron que en este año
me supieran mucho más dulces los logros, mucho más grata la recompensa de lo
alcanzado. A la vida hay que mirarla en su debido contexto, creo yo.
El ser humano es su
circunstancia, cierto, pero lo que lo hace grande y relevante es su capacidad
para superarla y trascenderla. De obstáculos y piedras están llenos todos los
caminos, ya cada uno puede frenarse ante ellas o apilarlas para, desde ese
nuevo montículo, alcanzar a ver más lejos sus nuevos senderos.
Los años que se van siempre
me parecieron peores, este no. De este que hoy apura sus últimas horas dando
las boqueadas el almanaque, recordaré la crisis, tragedias domésticas, y el
veredicto de muchas urnas (con dolo y todo). Pero en realidad para mi no fue tan
peor, de hecho fue bueno – la esperaba peor - Sigo vivo, ¿no? Tengo
menos dinero, de hecho no tengo ni madres, soy más pobre y la cuesta de la vida
se me ha empinado un poco más, pero y qué. A mí alrededor emergieron y crecieron
la bondad y el Amor, envejecí un año más pero paradójicamente este diciembre me
siento rejuvenecido. Pasarán los días y uno de ellos eso que ahora pueda
angustiarme me parecerá una bromita de mal gusto que quedará en nada. Al
fin y al cabo, la vida es goce o agonía.
El año siguiente será mejor que el que se va. O al menos, a mi me lo parecerá. ¿Por qué no lo va a ser?
El año siguiente será mejor que el que se va. O al menos, a mi me lo parecerá. ¿Por qué no lo va a ser?
Comenzaré por hacer feliz a alguien… solo por hoy.