Aunque apenas es febrero ya tengo el número de marzo-22 de la Revista Plenitud AA, oliendo a nuevecita. Viene este formidable articulo - ó selección de algunos párrafos de algunos artículos -, que más da. El titulo me atrajo; al leerlo veo que es un tema que fue tratado hace mucho pero que es increíblemente de actualidad en nuestra Comunidad, por lo que así sin más lo transcribo aquí para que aquellos que no están (aún) suscritos a la revista, puedan leerlo y tal vez disfrutarlo como yo.
EL MAYOR PROBLEMA AL QUE SE ENFRENTA
AA HOY
¨
Si Dios quiere puede que nosotros (…) nunca tengamos que volver a lidiar con la bebida, pero tenemos que lidiar con la sobriedad todos los días¨ (de las tinieblas a la luz, pag.355)
En la nota preliminar de su libro Bill W (1975),
Robert Thompsen llama nuestra atención sobre un dato muy valioso: ¨Bill Wilson
era un alcohólico y consideraba que su alcoholismo era una enfermedad con tres
vertientes: física, mental y espiritual. En consecuencia, él sabía que la
historia auténtica de un bebedor debe ser contada subjetivamente; de lo
contrario, no sería más que una serie interminable de ridículas peripecias sin
propósito alguno¨. El acento lo pone Thompsen perspicazmente en auténtica.
Los historiadores buscan datos duros: hechos, fechas, nombres, lugares.
Desde su perspectiva, la historia, para ser ¨verdadera¨. Tiene que ser objetiva
– un ideal imposible de realizar plenamente, pues, ya desde la selección de
los datos, es inevitable que el investigador interprete subjetivamente cuales
son relevantes y pertinentes y cuales no, para descartarlos-. Bill W nos ofrece
una pauta para entender la historia de AA- tal como él nos la cuenta en AA
llega a su mayoría de edad – y lo que nos deja conocer de sí mediante ¨La
historia de Bill¨: a) como éramos, b) lo que nos aconteció y c) como somos
ahora. El alcohólico sufre transformaciones durante su vida en sobriedad (solo
quien no es sincero sigue el curso ininterrumpido de su egoísmo), y cada punto
de cambio decisivo está señalado por una situación especial que él mismo
interpreta como acontecimiento interior. No solo cambia; cambia por
algo y para algo. Y en relatarle ese instante a otro
alcohólico, conforme a lo que él mismo sintió, vio y palpó, en
esa realidad subjetiva radica la seriedad de la historia auténtica,
capaz de comunicar – dice la Primera Tradición- la gracia vivificadora de Dios.
Sin ese lo que nos aconteció, sin apertura a la obra
de Dios, la persona alcohólica carece de un norte espiritual, y todo lo que
vive no pasa de ser ¨una serie interminable de ridículas peripecias sin
propósito alguno¨. La comunidad en su totalidad también está sujeta, como
consciencia global, a la misma responsabilidad: no perder de vista nuestro propósito
y no dejar que la multitud de intereses egoístas ocupen el lugar de la gracia
vivificante de Dios.
Sin la visión que procede de Dios, queremos depender de la finitud de nuestras propias fuerzas, y establecer por nosotros mismos el hacia donde; el resultado es que nos preocupan demasiado las cosas insignificantes que nos incomodan; queremos mover cielo, mar y tierra para corregir o aún expulsar al otro (o a la otra). Cuando esta actitud- y no el amor - gobierna a los miembros, grupos y la estructura de servicio, nuestra vida sin alcohol mesta reseca, y no estamos pensando en quienes pudieran necesitarnos unidos. Bill W nos advertía ya de la posibilidad real de marchitarnos por causa del egoísmo. En el prólogo de la segunda edición de Alcohólicos Anónimos (1955) podemos leer:¨¿podrían reunirse y trabajar en armonía estos alcohólicos numerosos y anteriormente impredecibles? ¿Habría disputas acerca de los requisitos para ser miembro, acerca del liderazgo y del dinero? ¿Habría aspiraciones de poder y de prestigio? ¿Habría cismas que harían que AA se dividiera? ¨. Los hechos han demostrado que las preocupaciones de Bill no eran infundadas. En la edición en alemán de Los Doce Conceptos para el servicio mundial puede leerse otra cita de Bill que nos ayuda a mirar en la dirección correcta para hallar la raíz del problema: ¨Quien está a favor de que seamos muy tolerantes en nuestra Comunidad demuestra que él o ella está listo, para aceptar responsabilidades. Quien prefiere tener su reglamento demuestra que él o ella no está listo para aceptar responsabilidades en la Comunidad, pues el sentir de los Conceptos es igual al de todo triangulo en AA: ¨La responsabilidad y la autoridad en el marco del servicio también deben estar unidas al círculo del amor¨.
Los siguientes extractos del discurso del compañero fallecido
Bob P. durante el almuerzo de clausura de la Conferencia de Servicios Generales
de EEUU y Canadá de 1986, el sábado 26 de abril por la mañana, son muy sobrios
e inspiradores. Bob P. (1917- 2008) fue Gerente General de la Oficina de
Servicios Generales en Nueva York de 1974 a 1984, y luego se desempeñó como
asesor principal de la OSG desde 1985 hasta su jubilación. Si historia está en
el libro Grande como ¨AA le enseño a manejar la sobriedad¨
¨Esta es mi 18ª. Conferencia de Servicios Generales: las dos primeras
fueron como director en (las juntas directivas del) Grapevine y AAWS, seguidas
de cuatro como Custodio de Servicios Generales. En 1972 terminé con ello, solo
para ser llamado nuevamente dos años después como gerente general de la OSG –
el puesto de servicio que ocupé hasta fines de 1984 -. Desde la Convención
Internacional de 1985 he sido asesor principal. Esta es también mi última
Conferencia, así que esta es una experiencia cargada de emociones.
¨Ojalá tuviera tiempo para expresar mi agradecimiento a todas
las personas con las que estoy en deuda por mi sobriedad y por la vida feliz
con la que he sido bendecido durante los últimos veinticinco años. Pero dado
que esto es obviamente imposible recurriré al dicho árabe que Bill citó en su
último mensaje: ¨Les agradezco por sus vidas¨. Porque sin sus vidas,
ciertamente no tendría vida en absoluto, y mucho menos la vida increíblemente rica
que he disfrutado.
¨Permítanme compartirles mis reflexiones sobre el futuro de
AA. No tengo nada que ver con esos diáconos desangrados (servidores sangrantes)
que condenan cada cambio y ven el estado de la Comunidad con pesimismo y
alarma. Por el contrario, desde mi perspectiva de casi un cuarto de siglo, veo
a AA como más grande, más saludable, más dinámica, de más rápido crecimiento,
más global, más orientada al servicio, más global y más volviendo a lo básico y
más espiritual – y con mucho - que cuando entré por la puerta a mi primera
reunión en Greenwich, Connecticut, solo un año después de la famosa convención
de Long Beach (julio de 1960). AA ha prosperado más allá de los mayores sueños
de los miembros fundadores – aunque quizá no del mismo Bill, porque era un
auténtico visionario -.
¨Sin embargo me sumo a la opinión de quienes sienten que, si
esta Comunidad alguna vez flaquea o falla, no será por ninguna causa externa.
No, no será por los centros de tratamiento o los que se ganan la vida en el
campo del alcoholismo, o por la literatura no aprobada por la conferencia, o por
los jóvenes o por los de doble adicción, o incluso por los ¨drogadictos¨ que
intentan asistir a nuestras reuniones cerradas. Si nos atenemos a nuestras Tradiciones,
Conceptos y Garantías, y si mantenemos una mente y un corazón abiertos, podremos
lidiar con estos y con otros problemas que tengamos que tendremos. Si alguna
vez vacilamos y fallamos, será simplemente por nosotros. Será porque no podemos
controlar nuestros propios egos o llevarnos lo suficientemente bien entre
nosotros. Será porque tenemos demasiado miedo y rigidez y poca confianza y
sentido común.
¨Si me preguntaran cuales el mayor peligro al que se enfrenta
AA hoy, tendría que responder: la creciente rigidez; la creciente
demanda de respuestas absolutas a preguntas puntillosas; presionar para que la
OSG ¨haga cumplir¨ nuestras Tradiciones; estar escudriñando a los alcohólicos
en las reuniones cerradas; prohibir literatura no aprobada por la Conferencia;
es decir, prohibir libros; estableciendo cada vez más reglas sobre grupos y
miembros. Y en esa tendencia hacia la rigidez, nos alejamos cada vez mas de
nuestros cofundadores. Bill, en particular, debe estar dando vueltas en su tumba,
porque quizá fue la persona más permisiva que he conocido. Uno de sus dichos
favoritos era: ¨Todo grupo tiene derecho a estar equivocado. Era
inconcebiblemente tolerante con sus críticos y tenía absoluta fe en que las
fallas en AA se corrigen por sí mismas¨.
Lo auténtico entonces, está en los corazones calientes y las
cabezas frías – no al revés -; consiste en desechar nuestras fantasías de
control y virtud, para permitir que Dios visite nuestra humildad de espíritu,
donde acontece la Gran Realidad. Del sobrio compañero Bob P. es la
siguiente reflexión final:
¨Sobre todo, rechazamos las fantasías y aceptamos la realidad. Cuanto más bebía, más fantasías tenía respecto a todas las cosas. Me imaginaba desquitarme por perjuicios y rechazos. Repetía una y otra vez escenas en mi mente en las que se me arrancaba mágicamente del bar donde estaba tomándome un trago y era instantáneamente elevado a una posición de poder y prestigio. Vivía en un mundo de fantasía. AA suavemente me llevó de esas fantasías a abrazarla realidad con los brazos abiertos¨. (de las tinieblas a la luz pág. 361)
FRANCISCO M. E.: Editor de Plenitud