domingo, 11 de julio de 2010

Dentro



 Dios vio que los alcohólicos cuando dejaban de beber solo se dedicaban a pedirle cosas y que les resolviera sus problemas, entonces pensó: Voy a descansar un poco, quiero retirarme por un tiempo", ¿cuál sería el lugar ideal donde pudiera esconderme? Tal vez en la cima de una gran montaña, quizá en el fondo del mar, o mejor en una pequeña isla en medio del océano. ¿Quién me buscaría allí? Mejor en un lejano planeta, nadie me podría encontrar. ¿A dónde será que debo ir? Sonriendo, pensó: ¡Me esconderé en el corazón humano! Es el único lugar donde ellos no buscarían". Los alcohólicos – y todos los seres humanos - queremos ser felices, anhelamos nuestro bienestar, pero: ¿En verdad dónde está la felicidad? ¿En qué consiste? Pasamos nuestra vida buscándola por todos lados sin encontrarla... pensando que es un lugar o una meta que alcanzar. La felicidad es ese sentimiento de sentirte a gusto contigo mismo, con lo que haces, con el lugar donde te encuentras en este momento. ¿Sabías que puedes ser feliz ahora mismo, ahí donde estás, si lo decides valientemente? Muchas personas buscaron la felicidad en el dinero, adquirieron y acumularon riquezas y por conseguirlas y cuidarlas no las pudieron disfrutar, perdieron su salud, su familia, sus amigos y su vida en el empeño de acumularlas. Algunos envejecieron ricos y solos, dejando su plata y sus propiedades sin encontrar la felicidad. Otros buscaron la felicidad en el poder, manejaron y manipularon la vida de muchos, fueron temidos y envidiados, pero a la final resultaron solos, visitados solamente por el interés y la ambición de sus allegados, sin conocer nunca la compasión, la alegría, el verdadero amor o la amistad desinteresada. Un grupo más pequeño la busco en la fama, pero ésta se esfumaba todas las noches cuando el teatro – el Grupo - quedaba vacío y ya no había aplausos, tanta soledad después de esa gran multitud hacía que el silencio fuera ensordecedor. Otros más trataron de encontrar la felicidad en el placer. Cuán efímero es el placer… aumentando las dosis cada vez más, hasta hastiarse por ya no sentir nada. Dios colocó la felicidad en un lugar donde nadie pudiera robarla, comercializarla, esconderla o apropiarse de ella, la colocó en el lugar más seguro del mundo y en el más accesible de todos, la colocó en nuestro interior, al lado del corazón. El vacío interior o hueco existencial sólo se puede llenar con pensamientos, sentimientos y actos positivos, desinteresados y bondadosos.

Escuchado en el Grupo “Rio de Luz” cuando dejé de beber.

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