Las imágenes llegaron instantáneamente a mi mente, su llegada al Grupo, sus dificultades para levantarse, las largas charlas, las largas guardias, los servicios que hicimos juntos. Las confidencias al oído, las avanzadas, la complicidad, las cascaritas, la cecina de Tepetlixpa, las sonrisas… ahh las sonrisas…como eran fáciles de surgir entre nosotros.
Recordé sus escrituras, un nuevo horizonte surgiendo. Las despedidas y principalmente las promesas de nuevos encuentros.
Recuerdo perfectamente cada facción y rasgo de un amigo que tuve en la vida (me decía padrino). En sus ojos y sus palabras la promesa de que yo nunca seria olvidado, y realmente nunca lo fui.
Perdí la cuenta de las veces en que el me llamaba, o de los mensajes que nos enviábamos, llenando mi buzón postal de risas o esperanzas. Recuerdo su rostro sorprendido y preocupado cuando le dije que me iría de ese grupo.
Recuerdo que fue en su camioneta que llevamos las nuevas cosas a la hacienda y fue el primero que nos apoyó aún con el riesgo de que en su Grupo se la hicieran de pex porque no querían que se juntara conmigo los “nobles” de allá.
Me agradaba que fuera a las experiencias con nosotros, sabía perfectamente desempeñar el servicio que se encomendara, rápida y eficientemente. Con él no había que batallar.
Fue con él que hicimos planes para ir a apoyar las experiencias a Torreón y Nuevo Laredo, cosa que ya no fue posible. – me quedé vestido y alborotado -
Pude decirle a él lo importante que era para mí contar con su amistad y el a su vez también me lo dijo. Yo no sé qué paso o como estuvo la cosa; lo que sí sé es que ya se adelantó…
La Experiencia de este fin de semana…¡¡va por ti Pedro crisantemo!!
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