No puedo ni quiero cambiar a nadie, ni siquiera quiero cambiar yo…tal vez me haya vuelto frívolo y hostil. Pero si puedo vivir y disfrutar junto a quien quiera estar cercano a mi. Basta una sonrisa, un abrazo, una mirada tierna o un gesto amable.
Eso puede sanar cualquier dolencia, incluso esas más profundas, las que se adhieren al alma.
Estos días cuando estoy en casa y mis emociones están a flor de piel y cuando veo a muchos correr de aquí para allá, pienso en que ojala nos alcance el tiempo para decirle a esa persona, cuán especial es para nosotros y ofrecerle disculpas si alguna vez la ofendimos.
Si son muchas, mejor aún, así nos daremos cuenta que no estamos tan solos como creemos y que siempre habrá alguien dispuesto a escucharnos, en los momentos difíciles, cuando nos sentimos abatidos y encerrados en un mundo que no nos deja ver mas allá de nuestros ojos.
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