De rebote recibí el mensaje…
Estaban mis
compañeros de trabajo: José Luis A, (el chato), Filiberto (el chilaquil) y José
Luis C.(la negra) conversando. De pronto la plática llegó a mis oídos y pude
escuchar parte de lo que sucedía. El chato estaba hablando con los otros dos
sobre alcohólicos anónimos - ahora sé que les estaba pasando el mensaje de AA -,
ellos se reían y le hacían burla; como era posible, decían, que él estuviera
yendo a un lugar como ese. José Luis solo sonreía y continuaba con su charla. Cuando
terminó de hablar les entregó un papel (después supe que era un ¨AA en su
comunidad¨), y se alejó.
Yo, que había escuchado parte de lo hablado me acerque a José
Luis para preguntarle acerca de lo que había dicho, si era verdad que el
asistía a AA y que se necesitaba para poder ir. Él, que ya me conocía pues
somos paisanos y además vecinos, no contestó mis preguntas, solo dijo que si yo
quería ir a conocer él me llevaría. Obviamente yo acepté de inmediato, estaba
apesadumbrado y lleno de sentimientos de culpa y temor. Me dio la ubicación del
grupo y quedamos de vernos ´el jueves a las 6:30´. Ese día estuve puntual,
pero él no llegó, así que, al otro día, viernes 6 de abril, encaminé mis pasos
hacía la dirección indicada, cuando llegué la reunión acababa de comenzar….
Así, sin más, el mensaje que era para otros rebotó hacía mi y
estaba listo para tomarlo…
anónimo
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