miércoles, 27 de diciembre de 2023

La seguridad y AA.: nuestro bienestar común

 

La seguridad es un asunto importante dentro de A.A., un asunto que todos los grupos y miembros deben abordar para encontrar soluciones factibles basadas en los principios fundamentales de la Comunidad, que ayuden a mantener seguras nuestras reuniones.

Cada miembro de A.A. no es sino una pequeña parte de una gran totalidad. Es necesario que A.A. siga viviendo o, de lo contrario, la mayoría de nosotros seguramente morirá. Por eso, nuestro bienestar común tiene prioridad. No obstante, el bienestar individual le sigue muy de cerca.”. — Primera Tradición (forma larga)

“Nuestro bienestar común debe tener la preferencia; la recuperación personal depende de la unidad de A.A.”. — Primera Tradición (forma corta)

“Cada grupo de Alcohólicos Anónimos debe ser una entidad espiritual con un solo objetivo primordial — el de llevar el mensaje al alcohólico que aún sufre”. — Quinta Tradición (forma larga)

Los grupos de A.A., ya sea que se reúnan en persona o en plataformas digitales, son entidades espirituales conformadas por alcohólicos que se reúnen con el único propósito de mantenerse sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar la sobriedad.

Alcohólicos Anónimos es un microcosmos de la sociedad en la que vivimos. Los problemas que encontramos en el mundo también pueden aparecer en A.A. Cuando tratamos de compartir con confianza, en las reuniones y de forma individual con padrinos y madrinas, amigos y nuevos conocidos, es razonable que cada miembro espere que haya un grado significativo de seguridad. Al crear un entorno seguro en el que los alcohólicos se pueden enfocar en lograr y mantener la sobriedad, el grupo puede cumplir con su propósito primordial: llevar el mensaje de A.A. al alcohólico que aún sufre.

La autonomía y la acción de grupo

Puesto que A.A. como tal nunca debe ser organizada, según lo expresa la Novena Tradición, sus miembros individuales y grupos son quienes deben garantizar que todos los miembros se sientan tan seguros como sea posible en A.A.

Según lo manifestado en la Cuarta Tradición, la formación y funcionamiento de un grupo de A.A. residen en la conciencia de grupo de sus miembros. Los grupos de A.A. encuentran las soluciones a los problemas del grupo mediante una conciencia de grupo informada. Las entidades de servicio como las áreas, los distritos y las oficinas centrales o intergrupales están disponibles para ayudar a ofrecer servicios de A.A. y experiencia compartida. Todos los grupos y las entidades de A.A. son autónomos. En A.A. no hay un gobierno ni una autoridad central para controlar o dirigir a sus miembros, pero sí compartimos la experiencia de los grupos y los miembros al poner en práctica los principios de A.A. cuando surgen problemas.

A sabiendas de que la seguridad es un asunto de importancia para los miembros, muchos grupos han elaborado “pautas” para mantener las distracciones y trastornos al mínimo en el contexto del grupo.

Ser miembro de A.A.

La Tercera Tradición de A.A. manifiesta que el único requisito para ser miembro de A.A. es querer dejar de beber. Esto conlleva una apertura que permite definir a nuestros miembros como una Comunidad diversa de alcohólicos, pero también requiere que prestemos atención a nuestra seguridad individual y la de nuestro grupo. Aunque no suele haber trastornos o perturbaciones, cuando hay una persona que altere la paz y el orden, se le puede pedir que se retire de la reunión de A.A. si su comportamiento impide que el grupo lleve adelante su propósito primordial.

Ninguna entidad de A.A. propone impedir a nadie ser miembro de Alcohólicos Anónimos.

Lidiar con los trastornos y perturbaciones

Si bien la mayoría de los grupos funcionan con un equilibrio sano de espontaneidad y estructura, existen situaciones que pueden atentar contra la unidad de grupo y poner en riesgo la seguridad del grupo y de sus miembros. Muchas veces, estas situaciones se centran en los miembros que causan trastornos o perturbaciones o aquellos con actitudes combativas o agresivas. Este tipo de comportamiento puede desbordar una reunión y asustar a los miembros nuevos y antiguos. Aunque suele ser el último recurso, los grupos y los miembros siempre tienen la opción de llamar a las autoridades pertinentes si el comportamiento conflictivo continúa o si peligra la seguridad de alguien.

Es posible que se les pida a los miembros conflictivos que dejen de asistir a la reunión durante un tiempo determinado. Los grupos presenciales y virtuales que toman esta medida drástica lo hacen para preservar el bienestar común del grupo y mantener la unidad de A.A.

Algunos grupos han elaborado planes para lidiar con el comportamiento conflictivo y han establecido procedimientos a través de su conciencia de grupo para garantizar la protección del bienestar del grupo. En muchos casos, el coordinador lee algunas previsiones razonables para el funcionamiento del grupo con el fin de prevenir el comportamiento conflictivo.

Algunos grupos mencionan en los anuncios de apertura que el comportamiento ilegal o conflictivo y la incitación al odio no están permitidos. Para que sea claro, algunos grupos tienen una lista de ejemplos de lo que el grupo considera comportamiento conflictivo.

La seguridad y A.A. en la era digital

Internet y las plataformas de redes sociales han afectado en gran medida la manera en la que los miembros de A.A. interactúan entre ellos y con los potenciales miembros. Los principios que aplican a los contextos de A.A. presenciales también aplican a los contextos de A.A. telefónicos, en línea o en las redes sociales. Algunos grupos de A.A. en línea que sufrieron acoso a manos de “trolls” cibernéticos han adaptado la configuración de seguridad del grupo, creado procedimientos de seguridad o buscado apoyo técnico profesional. Algunos distritos, áreas, foros y oficinas centrales o intergrupos locales también han incorporado asistencia técnica y elaborado material de servicio sobre seguridad para compartir con los miembros.

La Comunidad, siempre con las Tradiciones de A.A. presentes, entiende que las redes sociales se han convertido en un recurso importante para establecer contacto con otros miembros y potenciales miembros de maneras que no se consideraban posibles. También es importante recordar que quizá la primera impresión sobre Alcohólicos Anónimos para algunas personas se dé en una plataforma digital en la que miembros de A.A. —y potenciales miembros— se mezclen.

La seguridad y la unidad de grupo

Entre las situaciones que los grupos han tenido que abordar mediante la conciencia de grupo se encuentran el acoso sexual o acecho; amenazas de violencia; hostigamiento; coacción económica; discriminación racial, intolerancia a la diversidad sexual o de género; y comportamientos donde se presiona a alguien a adoptar un punto de vista o creencia en particular sobre tratamientos médicos o medicación, política, religión u otros asuntos.

En las reuniones se pueden debatir las guías generales sobre cómo lidiar con las situaciones difíciles y determinarlas a través de la conciencia de grupo. Los miembros de A.A. pueden hablar con aquellas personas que estén actuando de forma inapropiada.

Las víctimas de comportamiento inadecuado, acoso o abuso sexual o económico pueden informarle al grupo sobre estas situaciones de forma directa o, pueden acudir a un padrino o madrina o un amigo de confianza. De esta manera, el grupo estará informado y los miembros podrán contribuir al abordaje de la situación y evitar mayores problemas. En estas conversaciones de grupo, el enfoque es cómo crear un entorno en el que todos los alcohólicos puedan encontrar y mantener la sobriedad.

El comportamiento riesgoso o abusivo, como la atención sexual no deseada o la intimidación de miembros vulnerables, puede ser especialmente problemático. Además, es necesario recordar que algunas experiencias o situaciones de acoso que se originan en las interacciones del grupo continúan fuera de los horarios de reunión; estas situaciones afectan cuán segura se siente una persona para regresar al grupo.

No son parte del propósito de un grupo de A.A. las inversiones, los préstamos, los trabajos o cualquier servicio ofrecido a cambio de un pago. Si estas actividades ocurren, todas las partes involucradas deben comprender a cabalidad que se dan por fuera de A.A.

En cualquier caso, si la seguridad de una persona está en juego o si la situación viola la ley, la persona involucrada puede tomar las medidas correspondientes para garantizar su seguridad. Llamar a las autoridades pertinentes no va en contra de ninguna de las Tradiciones de A.A. El anonimato no encubre el comportamiento delictivo o inapropiado.

A.A. y la ley

El sentido común y la experiencia sugieren que ser miembro de A.A. no garantiza la inmunidad ante las regulaciones locales y que estar en una reunión de A.A. no coloca a nadie fuera de la jurisdicción de las fuerzas del orden. Como individuos, los miembros de A.A. también son “ciudadanos del mundo” y como ciudadanos no estamos más allá de la ley.

A través del proceso de la conciencia de grupo, muchos grupos han establecido guías sobre las situaciones en las que es apropiado llamar a las autoridades y lidiar con el asunto según lo que determina la ley. Ningún grupo debe tolerar el comportamiento ilegal y las actividades dentro de una reunión de A.A. están sujetas a las mismas leyes que rigen fuera de la reunión. Entre los actos ilegales con los que se han enfrentado los grupos se incluyen violencia, malversación de fondos, robo, venta de drogas en la reunión y otros. Si bien los miembros y los grupos de A.A. pueden prestar atención y apoyar a las personas afectadas, no somos profesionales formados para lidiar con esas situaciones. Tal vez sea necesaria la intervención de la policía u otro tipo de ayuda profesional.

Emergencias

En las reuniones a veces alguien resulta herido, ocurren accidentes, incendios, etc. Para lidiar con tales situaciones, los grupos han creado planes y procedimientos, muchas veces luego de consultar con los propietarios del lugar, las autoridades locales o profesionales. En situaciones críticas lo mejor es llamar al servicio de emergencias. Es más importante atender la emergencia que continuar con la reunión. 

-En paises como México hay que contemplar también las emergencias ocasionadas por los inmuebles que no cumplen con los requisitos mínimos de seguridad e higiene. Lugares donde se hacen grandes reuniones (plenarias, electivas, informativas,  etc.) y no hay salidas de emergencia; y grupos donde la higiene deja mucho que desear en cuanto al aseo del local, los baños y la limpieza de las tazas donde se sirve el café.

Recientemente, la situación sanitaria mundial afectó la capacidad de los grupos para reunirse en persona. Muchos grupos comenzaron a reunirse en línea y, si se reúnen en persona, cumplen con las leyes y los protocolos sanitarios locales. Se sugiere que los grupos y miembros que tengan dudas sobre la situación sanitaria y la seguridad contacten a las autoridades sanitarias nacionales, estatales / provinciales y locales para obtener información adecuada.

Según nuestra experiencia compartida, los grupos y miembros que no se adhirieron a las normas de seguridad local implementadas con motivo de la pandemia a veces no solo han afectado el concepto que tiene el público general sobre A.A. (en ocasiones a través de noticias en los medios), sino que pueden haber puesto en peligro la salud física y mental de las personas. Asistir a las reuniones de A.A. no debe significar poner en riesgo la salud o ser intimidado por usar una máscara (mascarilla) facial o tomar otras precauciones (no darse la mano, mantener la distancia social, etc.).

Algunos grupos han armado listas con información de contacto de los miembros y, cuando el grupo deja de tener reuniones presenciales, les avisan a las entidades locales de A.A. Cuando un grupo pasa a reunirse en las plataformas digitales, esa información también puede compartirse con las entidades locales de A.A. para que el mensaje siga estando disponible para aquellos que buscan ayuda por su problema con la bebida.

Además, los comités locales de A.A. pueden informar a los profesionales de la zona sobre las reuniones en línea “abiertas”, las cuales pueden ser útiles como un recurso para sus clientes alcohólicos. Los comités de Información Pública locales también pueden contribuir, brindando información actualizada sobre A.A. a los medios del lugar.

Centrarse en el propósito primordial

Se espera que nuestro sufrimiento común como alcohólicos y nuestra solución común en A.A. trascienda la mayoría de los problemas y limite los comportamientos negativos.

La seguridad es importante para que el grupo funcione. Al garantizar la seguridad en las reuniones, el grupo entero se beneficiará y los miembros podrán enfocarse en la recuperación del alcoholismo y en vivir una vida en sobriedad. Claro está que la experiencia de cómo se manejan estas situaciones puede variar tanto como los miembros de nuestra Comunidad. El buen juicio y el sentido común, apoyados en las Doce Tradiciones, pueden ser nuestra mejor guía.

Cada grupo es único y las formas de llevar el mensaje de la sobriedad varían no solo de grupo a grupo. Al actuar de forma autónoma, cada grupo traza su propio camino. Cuanto más informados estén los miembros, más fuerte y cohesivo será el grupo y mayor será la garantía de que cuando un recién llegado busque ayuda, la mano de A.A. estará siempre allí.

Diversidad e inclusión

A.A., bajo la guía de la Tercera Tradición, celebra a sus miembros al concientizar sobre la inclusión y el respeto a los miembros con distintas capacidades, identidades sexuales, razas, etnias, identidades de género, religiones, lenguas, vecindarios, características socioeconómicas y edades. Como Comunidad, nos esforzamos para apoyar el bienestar de los miembros al mismo tiempo que evolucionamos para albergar mayor diversidad, igualdad e inclusividad.

La raza y el privilegio, como temas que se relacionan con el espíritu de la Tercera Tradición, han sido tema de debate entre los miembros de las entidades de A.A. locales y entre los miembros de las juntas corporativas de A.A., incluyendo la Junta de Servicios Generales. En este momento en particular, en el que las divisiones sociales e inequidades por motivos raciales quedaron al descubierto, algunos miembros están debatiendo este asunto complejo en el marco de las Tradiciones de A.A. y reconocen que es necesario examinar las disparidades dentro de la Comunidad. Algunos miembros de color compartieron su preocupación porque sus experiencias de vida como personas de color alcohólicas en A.A. han sido consideradas como un “asunto externo” y, por eso, no se han sentido seguros sobre lo que pueden y no pueden compartir sobre su propia experiencia. Ser miembro de A.A. no implica tener que tolerar racismo o tener que eliminar esta experiencia de vida de nuestra historia personal.

Muchos grupos han descubierto que ofrecer un espacio seguro para compartir esta experiencia, al igual que el tema de la seguridad y A.A., no contradice nuestra Décima Tradición (un “asunto externo”).


El racismo en A.A. es un tema de seguridad.

Reconocer que todos tenemos privilegios innatos es clave para comprender y actuar con el fin de ampliar elementos básicos, como un mensaje accesible y un sentimiento de inclusión. Por ejemplo, si uno reconoce que tiene un privilegio innato que un hablante no nativo del inglés o un miembro sordo o hipoacúsico no tienen, entonces es posible reflexionar sobre cómo garantizar que todos tengamos acceso por igual a este mensaje salvador de vidas.

Aunque muchos miembros, incluso miembros transgénero, se identifican como hombre o mujer, algunos miembros no se identifican con esas dos categorías. Las personas cuyo género no es femenino o masculino suelen identificarse como no binarias, de género no declarado, queer o de género fluido, entre otras. Con la Décima Tradición en mente, una persona es del género que dice ser. A.A. no ordena ni opina sobre el género de una persona ni los pronombres que elige.

Las personas de todos los géneros y todas las extracciones pueden ser miembros de A.A. Sin importar cuál sea la identidad de género de uno, algunos miembros han compartido que les es útil tener un espacio seguro donde compartir voluntariamente sus pronombres con otros miembros del grupo, para que el grupo los pueda conocer mejor. Algunos miembros compartieron que comparten sus pronombres de manera voluntaria en las reuniones presenciales o en línea para que otras personas se sientan más cómodas, si lo necesitan. Algunos miembros también compartieron que se les ha cuestionado su identificación de género y eso les hizo sentirse menos seguros.

A continuación, damos algunos ejemplos de los pronombres de los miembros de A.A. en nuestra Comunidad: elle/elle/su; ella/ella/su; y él/él/su.

La mayoría de los alcohólicos se siente bastante cómoda en cualquier grupo de A.A. Sin embargo, muchas comunidades de A.A. también tienen reuniones de “interés especial” donde tal vez sea más fácil abrirse sobre algunas cuestiones personales. Algunos A.A. se reúnen en grupos de A.A. especializados: para jóvenes; mujeres, hombres y personas no binarias; profesionales de la salud o del derecho; LGBTQ+; personas negras, indígenas o de color; y otros. Si los miembros son todos alcohólicos y les abren la puerta a todos los alcohólicos que buscan ayuda, sin importar su profesión, género u otra distinción, y cumplen con todos los requisitos que definen a un grupo de A.A., pueden llamarse a sí mismos un grupo de A.A.

En A.A. creemos que el alcoholismo es una enfermedad que no discrimina por edad, capacidades diferentes, género, credo, raza, ingresos, ocupación o formación. Nuestra experiencia parece mostrar que cualquiera puede ser alcohólico. Y, sin dudas, cualquier persona que quiera dejar de beber es bienvenida en A.A.

¿Qué pueden hacer los grupos y los miembros?

Los grupos y los miembros pueden conversar sobre el tema de la seguridad para concientizar más a la Comunidad y crear un ambiente tan seguro como sea posible para el recién llegado, los otros miembros y los miembros potenciales a través del apadrinamiento, talleres y reuniones. Este puede ser un tema de compartimiento entre los grupos a nivel de distrito o área.

Observe quién no está en la sala y luego amplíe la conversación al por qué. ¿Qué medidas podemos tomar para que A.A. esté disponible para todas las personas que tengan un problema con la bebida y quieran recibir el programa de recuperación de A.A.? ¿Cómo podemos expandir la participación en todas las formas de servicio?

A continuación, algunos recordatorios y sugerencias útiles:

Conversar sobre los problemas de seguridad antes de que surjan. Comunicar con claridad qué es y qué no es A.A.

Concientizar: cada miembro que asiste a una reunión de A.A. puede tener en cuenta la

seguridad.

Recordar que el apadrinamiento tiene un papel importante y los padrinos o las madrinas pueden ser útiles para marcar señales de advertencia o situaciones poco sanas a

sus ahijados y a los recién llegados.

Hacerles saber a los miembros de A.A. que, si están preocupados por las palabras o

acciones de un padrino o madrina u otros miembros, sería útil que hablen con alguien

de confianza, su grupo de A.A. o un profesional.

Incluir la seguridad dentro del inventario de grupo y considerar la creación de guías generales y procedimientos de grupo sobre seguridad.

En todas las conversaciones sobre seguridad, mantener el enfoque en el propósito primordial y nuestro bienestar común y anteponer los principios a las personalidades.

Comunicarse con el Representante de Servicios Generales (RSG) de su grupo y los

comités de servicio de A.A. para contribuir a una experiencia compartida más amplia.


Recursos útiles para los miembros y grupos de A.A.

Box 4-5-9, Edición de octubre de 2010, artículos sobre “Los miembros perturbadores en

las reuniones de A.A.” y “A.A. y la ley” (disponibles en la página de boletines en aa.org).

Un informe de la mesa de trabajo “La seguridad en A.A.: Nuestro bienestar común”* de

la 62.ª Conferencia de Servicios Generales. (EEUU y Canadá)

El informe final del “Comité ad hoc de la Junta de Servicios Generales de Alcohólicos

Anónimos, EE. UU. y Canadá, sobre la seguridad de los grupos” (2 de febrero, 2014).*

Los informes del Foro Regional de 2019 “Quién falta en la sala—Fomentar la participación en A.A.**”

El folleto de A.A. “Preguntas y Respuestas sobre el Apadrinamiento”**

El folleto de A.A. “El Grupo de A.A. … dónde todo empieza”**

El folleto de A.A. “El Miembro de A.A.—Los Medicamentos y Otras Drogas”**

El folleto de A.A. “Comprendiendo el Anonimato”**

La guía de A.A. “Accesibilidad para Todos los Alcohólicos

El material de servicio “Tarjeta de Seguridad para los Grupos de A.A.”**

El material de servicio Tríptico sobre la seguridad y AA”**

Contáctese con su miembro de comité de distrito (MCD) o delegado de área para obtener experiencia compartida local.

*Disponible en la OSG. **Disponible en aa.org.

Material de servicio de la Oficina de Servicios Generales 
REV 9-21 SMF-209SP


jueves, 14 de julio de 2022

Poema al futbol




Cómo vas a saber lo que es el amor, si nunca te hiciste hincha de un club.

cómo vas a saber lo que es el dolor si jamás el zaguero te rompió la tibia y el peroné y estuviste en un barrera y la pelota te pego justo ahí.

cómo vas a saber lo que es el placer si nunca diste una vuelta olímpica de visitante.

cómo vas a saber lo que es el cariño si nunca la acariciaste de chanfle entrándole con el revés del pie
para dejarla jadeando bajo la red.

escúchame… cómo vas a saber lo que es la solidaridad,
si jamás saliste a dar la cara por un compañero golpeado desde atrás.

cómo vas a saber lo que es la poesía si jamás tiraste una gambeta.

cómo vas a saber lo que es la humillación, si jamás te metieron un caño.

cómo vas a saber lo que es la amistad si nunca devolviste una pared.

cómo vas a saber lo que es el pánico, si nunca te sorprendieron mal parado en un contragolpe.

cómo vas a saber lo que es morir un poco si jamás fuiste a buscar la pelota adentro del arco.

decime viejo… cómo vas a saber lo que es la soledad si jamás te paraste bajo los tres palos a 12 pasos de uno que te quería fusilar y terminar con tus esperanzas.

cómo vas a saber lo que es el barro,
si nunca te tiraste a los pies de nadie para mandar una pelota sobre un lateral.

cómo vas a saber lo que es el egoísmo si nunca hiciste una de mas
cando tenias que dársela al 9 que estaba solo.

como vas a saber lo que es el arte si nunca, pero nunca inventaste una rabona.

como vas a saber lo que es la música si jamás cantaste en la popular.

como vas a saber lo que es la injusticia, si nunca te saco tarjeta roja una referí localista.

decime, cómo vas a saber lo que es el insomnio si jamás te fuiste al descenso.

cómo vas a saber lo que es el odio si nunca hiciste un gol en contra.

cómo, pero como vas a saber lo que es llorar sí, llorar…
si jamás perdiste una final sobre la hora con un penal dudoso.

cómo vas a saber, querido amigo, cómo vas a saber lo que es la vida
si nunca jamás, jugaste al fútbol




martes, 8 de febrero de 2022

La creciente rigidez...

Aunque apenas es febrero ya tengo el número de marzo-22 de la Revista Plenitud AA, oliendo a nuevecita. Viene este formidable articulo - ó selección de algunos párrafos de algunos artículos -, que más da. El titulo me atrajo; al leerlo veo que es un tema que fue tratado hace mucho pero que es increíblemente de actualidad en nuestra Comunidad, por lo que así sin más lo transcribo aquí para que  aquellos que no están (aún) suscritos a la revista, puedan leerlo y tal vez disfrutarlo como yo.



EL MAYOR PROBLEMA AL QUE SE ENFRENTA AA HOY

¨

Si Dios quiere puede que nosotros (…) nunca tengamos que volver a lidiar con la bebida, pero tenemos que lidiar con la sobriedad todos los días¨ (de las tinieblas a la luz, pag.355)


En la nota preliminar de su libro Bill W (1975), Robert Thompsen llama nuestra atención sobre un dato muy valioso: ¨Bill Wilson era un alcohólico y consideraba que su alcoholismo era una enfermedad con tres vertientes: física, mental y espiritual. En consecuencia, él sabía que la historia auténtica de un bebedor debe ser contada subjetivamente; de lo contrario, no sería más que una serie interminable de ridículas peripecias sin propósito alguno¨. El acento lo pone Thompsen perspicazmente en auténtica. Los historiadores buscan datos duros: hechos, fechas, nombres, lugares. Desde su perspectiva, la historia, para ser ¨verdadera¨. Tiene que ser objetiva – un ideal imposible de realizar plenamente, pues, ya desde la selección de los datos, es inevitable que el investigador interprete subjetivamente cuales son relevantes y pertinentes y cuales no, para descartarlos-. Bill W nos ofrece una pauta para entender la historia de AA- tal como él nos la cuenta en AA llega a su mayoría de edad – y lo que nos deja conocer de sí mediante ¨La historia de Bill¨: a) como éramos, b) lo que nos aconteció y c) como somos ahora. El alcohólico sufre transformaciones durante su vida en sobriedad (solo quien no es sincero sigue el curso ininterrumpido de su egoísmo), y cada punto de cambio decisivo está señalado por una situación especial que él mismo interpreta como acontecimiento interior. No solo cambia; cambia por algo y para algo. Y en relatarle ese instante a otro alcohólico, conforme a lo que él mismo sintió, vio y palpó, en esa realidad subjetiva radica la seriedad de la historia auténtica, capaz de comunicar – dice la Primera Tradición- la gracia vivificadora de Dios.

Sin ese lo que nos aconteció, sin apertura a la obra de Dios, la persona alcohólica carece de un norte espiritual, y todo lo que vive no pasa de ser ¨una serie interminable de ridículas peripecias sin propósito alguno¨. La comunidad en su totalidad también está sujeta, como consciencia global, a la misma responsabilidad: no perder de vista nuestro propósito y no dejar que la multitud de intereses egoístas ocupen el lugar de la gracia vivificante de Dios.

Sin la visión que procede de Dios, queremos depender de la finitud de nuestras propias fuerzas, y establecer por nosotros mismos el hacia donde; el resultado es que nos preocupan demasiado las cosas insignificantes que nos incomodan; queremos mover cielo, mar y tierra para corregir o aún expulsar al otro (o a la otra). Cuando esta actitud- y no el amor - gobierna a los miembros, grupos y la estructura de servicio, nuestra vida sin alcohol mesta reseca, y no estamos pensando en quienes pudieran necesitarnos unidos. Bill W nos advertía ya de la posibilidad real de marchitarnos por causa del egoísmo. En el prólogo de la segunda edición de Alcohólicos Anónimos (1955) podemos leer:¨¿podrían reunirse y trabajar en armonía estos alcohólicos numerosos y anteriormente impredecibles? ¿Habría disputas acerca de los requisitos para ser miembro, acerca del liderazgo y del dinero? ¿Habría aspiraciones de poder y de prestigio?  ¿Habría cismas que harían que AA se dividiera? ¨. Los hechos han demostrado que las preocupaciones de Bill no eran infundadas. En la edición en alemán de Los Doce Conceptos para el servicio mundial puede leerse otra cita de Bill que nos ayuda a mirar en la dirección correcta para hallar la raíz del problema: ¨Quien está a favor de que seamos muy tolerantes en nuestra Comunidad demuestra que él o ella está listo, para aceptar responsabilidades. Quien prefiere tener su reglamento demuestra que él o ella no está listo para aceptar responsabilidades en la Comunidad, pues el sentir de los Conceptos es igual al de todo triangulo en AA: ¨La responsabilidad y la autoridad en el marco del servicio también deben estar unidas al círculo del amor¨.

Los siguientes extractos del discurso del compañero fallecido Bob P. durante el almuerzo de clausura de la Conferencia de Servicios Generales de EEUU y Canadá de 1986, el sábado 26 de abril por la mañana, son muy sobrios e inspiradores. Bob P. (1917- 2008) fue Gerente General de la Oficina de Servicios Generales en Nueva York de 1974 a 1984, y luego se desempeñó como asesor principal de la OSG desde 1985 hasta su jubilación. Si historia está en el libro Grande como ¨AA le enseño a manejar la sobriedad¨

¨Esta es mi 18ª. Conferencia de Servicios Generales: las dos primeras fueron como director en (las juntas directivas del) Grapevine y AAWS, seguidas de cuatro como Custodio de Servicios Generales. En 1972 terminé con ello, solo para ser llamado nuevamente dos años después como gerente general de la OSG – el puesto de servicio que ocupé hasta fines de 1984 -. Desde la Convención Internacional de 1985 he sido asesor principal. Esta es también mi última Conferencia, así que esta es una experiencia cargada de emociones.

¨Ojalá tuviera tiempo para expresar mi agradecimiento a todas las personas con las que estoy en deuda por mi sobriedad y por la vida feliz con la que he sido bendecido durante los últimos veinticinco años. Pero dado que esto es obviamente imposible recurriré al dicho árabe que Bill citó en su último mensaje: ¨Les agradezco por sus vidas¨. Porque sin sus vidas, ciertamente no tendría vida en absoluto, y mucho menos la vida increíblemente rica que he disfrutado.

¨Permítanme compartirles mis reflexiones sobre el futuro de AA. No tengo nada que ver con esos diáconos desangrados (servidores sangrantes) que condenan cada cambio y ven el estado de la Comunidad con pesimismo y alarma. Por el contrario, desde mi perspectiva de casi un cuarto de siglo, veo a AA como más grande, más saludable, más dinámica, de más rápido crecimiento, más global, más orientada al servicio, más global y más volviendo a lo básico y más espiritual – y con mucho - que cuando entré por la puerta a mi primera reunión en Greenwich, Connecticut, solo un año después de la famosa convención de Long Beach (julio de 1960). AA ha prosperado más allá de los mayores sueños de los miembros fundadores – aunque quizá no del mismo Bill, porque era un auténtico visionario -.

¨Sin embargo me sumo a la opinión de quienes sienten que, si esta Comunidad alguna vez flaquea o falla, no será por ninguna causa externa. No, no será por los centros de tratamiento o los que se ganan la vida en el campo del alcoholismo, o por la literatura no aprobada por la conferencia, o por los jóvenes o por los de doble adicción, o incluso por los ¨drogadictos¨ que intentan asistir a nuestras reuniones cerradas. Si nos atenemos a nuestras Tradiciones, Conceptos y Garantías, y si mantenemos una mente y un corazón abiertos, podremos lidiar con estos y con otros problemas que tengamos que tendremos. Si alguna vez vacilamos y fallamos, será simplemente por nosotros. Será porque no podemos controlar nuestros propios egos o llevarnos lo suficientemente bien entre nosotros. Será porque tenemos demasiado miedo y rigidez y poca confianza y sentido común.

¨Si me preguntaran cuales el mayor peligro al que se enfrenta AA hoy, tendría que responder: la creciente rigidez; la creciente demanda de respuestas absolutas a preguntas puntillosas; presionar para que la OSG ¨haga cumplir¨ nuestras Tradiciones; estar escudriñando a los alcohólicos en las reuniones cerradas; prohibir literatura no aprobada por la Conferencia; es decir, prohibir libros; estableciendo cada vez más reglas sobre grupos y miembros. Y en esa tendencia hacia la rigidez, nos alejamos cada vez mas de nuestros cofundadores. Bill, en particular, debe estar dando vueltas en su tumba, porque quizá fue la persona más permisiva que he conocido. Uno de sus dichos favoritos era: ¨Todo grupo tiene derecho a estar equivocado. Era inconcebiblemente tolerante con sus críticos y tenía absoluta fe en que las fallas en AA se corrigen por sí mismas¨.

Lo auténtico entonces, está en los corazones calientes y las cabezas frías – no al revés -; consiste en desechar nuestras fantasías de control y virtud, para permitir que Dios visite nuestra humildad de espíritu, donde acontece la Gran Realidad. Del sobrio compañero Bob P. es la siguiente reflexión final:

¨Sobre todo, rechazamos las fantasías y aceptamos la realidad. Cuanto más bebía, más fantasías tenía respecto a todas las cosas. Me imaginaba desquitarme por perjuicios y rechazos. Repetía una y otra vez escenas en mi mente en las que se me arrancaba mágicamente del bar donde estaba tomándome un trago y era instantáneamente elevado a una posición de poder y prestigio. Vivía en un mundo de fantasía. AA suavemente me llevó de esas fantasías a abrazarla realidad con los brazos abiertos¨. (de las tinieblas a la luz pág. 361)


FRANCISCO M. E.: Editor de Plenitud

viernes, 21 de enero de 2022

Superar la idea de la adicción como enfermedad




Ensayo completo, interesantísimo, que podríamos incluir como Criterios Profesionales como lo hace el Plenitud o algo así.

Debemos superar la idea de que la adicción es una enfermedad
En 2010, poco más de un año después de haberme graduado de la facultad de medicina, ingresé a un pabellón psiquiátrico en el Hospital Bellevue debido a un consumo excesivo de alcohol y Adderall.
  En mi primer día ahí, por fin estaba listo para reconocer que tenía un problema de adicción. Sin embargo, tras algunos días solo en el pabellón, comencé a llamar a mis amistades en un intento por conseguir que validaran mi cambio de opinión de que mi problema no era tan grave después de todo.
 La negación es común para las personas que abusan de sustancias. Pero, en mi caso, la idea que tenía de la adicción obraba en mi contra. Pensaba que la adicción era una enfermedad mental extrema, un “padecimiento”, como aprendí en la facultad de medicina y más tarde en rehabilitación. Entendí la adicción como un estado de salud deteriorado que me separaba de la población normal.
 La adicción como una enfermedad tenía sentido para mí al principio, pero pronto me di cuenta de lo dañino que era ese punto de vista.
 Las muertes anuales por sobredosis en Estados Unidos hace poco llegaron a 100.000, un récord para un solo año, y esa cifra histórica demuestra la trágica insuficiencia de nuestro paradigma actual de la “adicción como una enfermedad”. Pensar en la adicción como una enfermedad puede hacernos creer simplemente que la medicina puede ayudar, pero el lenguaje que usamos para hablar de las enfermedades también simplifica demasiado la historia y conduce a la perspectiva de que la ciencia médica es el mejor y único marco de referencia para entender la adicción. La adicción se convierte en un problema individual, reducido al nivel biológico. Esto limita la visión de un problema complejo que requiere apoyo comunitario y sanación. 
 Cuando ya llevaba algunos años en recuperación, comencé a estudiar adiccionología, en buena medida para entender qué había fallado en mí y en mi familia (mis dos padres eran alcohólicos). Casi no encontré ayuda en mi campo de estudio, el cual está dividido en escuelas de pensamiento que en ocasiones no concuerdan en cómo funciona la adicción. Por lo tanto, de buscar en la medicina y la ciencia pasé a buscar en la historia, la filosofía y la sociología; la adicción es una idea con una historia larga, complicada y controversial, la cual data de hace más de medio milenio. Esa historia profundizó mi entendimiento de la adicción y contribuyó a que cobraran sentido mis propias experiencias.
 Hace alrededor de 500 años, cuando la palabra “addict” (adicto) ingresó al idioma inglés, significaba algo completamente diferente: era algo más parecido a una “fuerte devoción”. Era algo que hacías, en vez de algo que te ocurría. Por ejemplo, un escritor de la época aconsejó a sus lectores a ser “adictos a todos los actos que los llevaran a alcanzar la vida eterna”. Mis experiencias y las de mis pacientes parecen estar más alineadas con la manera en que los escritores de los siglos XVI y XVII describían la adicción: una elección desordenada, decisiones que salían mal. 
 Benjamin Rush, uno de los padres fundadores de Estados Unidos y uno de los médicos más influyentes en el país a finales del siglo XVIII, se enfocaba en particular en las enfermedades mentales. Fue famoso por describir la ebriedad habitual como una enfermedad crónica con recaídas. Sin embargo, Rush argumentaba que la medicina solo podía ayudar en parte; reconocía que las políticas sociales y económicas eran factores determinantes en el problema. Fueron los movimientos posteriores contra el consumo de alcohol de las décadas de 1820 y 1830 los que enfatizaron el uso del mismo léxico draconiano que se usaba para las enfermedades al insistir en que las personas con problemas de consumo excesivo de alcohol habían sido dañadas por una especie de biología reduccionista, que el “ron demoniaco” controlaba al individuo, como en una posesión.
Es muy importante tener cuidado con estas historias deterministas. Tales narrativas reduccionistas se utilizaron en repetidas ocasiones como justificación para campañas racistas y opresoras en Estados Unidos, contra fumar opio chino a principios del siglo XX y contra el crack en la década de los ochenta, lo que se describía como un problema principalmente de barrios negros. Ahora, en medio de una epidemia de sobredosis de opioides, es más probable que la adicción se considere una enfermedad, pero el léxico que se usa para hablar de las enfermedades no ha eliminado la noción engañosa de que las drogas tienen todo el poder. 
 No todos los problemas de drogas son problemas de adicción, y en los problemas de drogas influyen en gran medida las injusticias y las desigualdades de salud, como la falta de acceso a trabajos significativos, la inestabilidad de vivienda y la opresión flagrante. La noción de enfermedad, sin embargo, oculta esos hechos y limita la visión a respuestas criminales contraproducentes, como establecer medidas prohibicionistas duras. 
 En contraste, actualmente, las descripciones de “enfermedad en el cerebro” implican que las personas no tienen capacidad de elección o autocontrol. Esta estrategia tiene como objetivo evocar compasión, pero puede resultar contraproducente. Estudios han descubierto que las explicaciones biológicas para los trastornos mentales aumentan la aversión y el pesimismo hacia las personas con problemas psicológicos, incluyendo la adicción. Lo que es necesario ahora más que nunca, con las muertes por sobredosis al alza, no es el fatalismo ni la deshumanización, sino la esperanza.
 No digo que la adicción no sea un problema real y, como una persona en recuperación de las adicciones, nunca negaría que es un problema que plantea desafíos profundos de autocontrol. Sé que a algunos de mis compañeros en recuperación y a sus familiares la analogía de la enfermedad les ayuda a que cobren sentido las batallas y el terrible colapso de la razón cuando parece que las personas no logran cambiar a pesar de sus mejores esfuerzos.
 Existen innumerables maneras de encontrarle sentido a la adicción y muchos caminos hacia la recuperación. Pero el enfoque de la adicción como una enfermedad no consigue capturar gran parte de la experiencia de la adicción, y no hace falta emplear el léxico de la enfermedad para demostrar la necesidad de un tratamiento humano.
 Ahora estoy agradecido de estar en recuperación de la adicción. He hecho las paces con la idea de que soy el tipo de persona que no debe beber alcohol, al menos por hoy. Pero no necesito considerarla una enfermedad para que sea así. Creo que despertar de una adicción es un gran regalo, porque nos señala el camino de las luchas humanas universales con el autocontrol y la forma de trabajar con nuestro dolor. En ese sentido, la adicción es profundamente común y contigua a todo el sufrimiento humano. No podemos acabar con ella, ciertamente no podemos curarla y la medicina por sí sola nunca nos salvará. Pero si dejamos atrás la idea de la enfermedad y nos abrimos a un panorama más completo de la adicción, podremos encontrar más matices, más atención y más compasión.

Véalo aquí:
 Carl Erik Fisher es un psiquiatra especializado en adicciones, bioeticista y autor de The Urge: Our History of Addiction.

martes, 18 de enero de 2022

Un valedor llamado Tomás




En realidad, aunque era paisano de mi Jalpa mineral yo apenas supe de el maestro Mojarro a finales del siglo pasado por ahí del 1999, que fue cuando el patrón Manuel instaló bocinas en todo el taller para que todos escucháramos lo que a él le gustaba nomas por sus hue deseos. Para mi sorpresa y ventura también a mi me agrado desde un principio lo que escuché.
 Pues de ahí paso a ser de mis favoritos. Hombre de palabra, diferente en mucho al común de los mortales. De esos seres que por su respeto al bienestar de otros y por esa mugre necesidad de ver por los demás (creo yo), dejaba de ver por si mismo. 
Escritor, poeta, narrador, docente, periodista...
 Tendremos presentes sus anécdotas muchas de ellas transformadas en fabulillas; su taller de lectura, y su siempre punzante oposición razonada, con cifras, datos y sin violencia al sistema, esté quien estuviese al frente.
Saben que él creía firmemente que la única oportunidad de terminar con la injusticia y el mal gobierno es reunirse y agruparse en células (a la manera de los doble a), para unidos ser fuertes?


Dejo por aquí esto que salió en El Economista

En la primera mitad de los setenta, cuando al hoy centenario Luis Echeverría, una caterva de políticos irresponsables, corruptos e indecentes, encabezada por él mismo, le hacían creer que nadie había gobernado el país mejor que él: instituyendo fideicomisos para el fomento ejidal, para promover el turismo, para la cría del conejo, para estimular al Tercer Mundo; inclusive, llegó a crear un fideicomiso para apoyar a los demás fideicomisos. Gobierno dinámico de giras y juntas, asambleas, acuerdos hasta las dos o tres de la madrugada, sin tiempo para hacer pipi. Como dijo Gonzalo N. Santos, a Echeverría no le alcanzaba el día para hacer pendejadas.
 Fue por esos años, 1973 o 74 cuando capté en el radio una voz que dijo algo que me hizo reír e inmediatamente, una frase que me hizo pensar. La estación que transmitía esa voz era Radio Universidad, el programa se llamaba ‘Palabras sin reposo’ y el dueño de la voz era Tomás Mojarro, quien al dirigirse a sus escuchas los adjetivaba como valedores.
 Durante varios años, siempre que podía, sintonicé ese programa donde Mojarro hacía amenas glosas con sentido del humor de caricaturas publicadas en los periódicos. Más de una vez la glosa era más graciosa que la misma caricatura. También leía, con intención crítica y satírica, declaraciones insustanciales y burdas expresadas por políticos o artistas, así como escritos reaccionarios u opiniones fascistas de funcionarios, escritores o periodistas. De ahí surgió el programa ‘Paliques y cabeceos’ que fuera transmitido, los sábados, en el mismo horario. 
 En el transcurrir del programa, inventó una familia y un vecindario donde desarrollar su crítica social. Ahí hacían acto de presencia su primo el Jerásimo, priista, siempre a medios chiles, “humildoso con los de arriba y despótico con los de abajo”. También salían a relucir el Ariel y la tía Conchis; su maestro Táchira; así como el Juguero y Tano que era vulcanizador y travesti con el nombre de “La Princesa Tamal”. 
 También lo seguí en el periodismo a través de su columna ‘Para leer entre líneas’ publicada en el ‘Uno más uno’. Después escribió en muchos diarios y revistas. Famosas se hicieron sus fabulillas siempre con el mensaje y la idea de hacer “un llamado al paisanaje para que, sin las armas, vayamos al cambio”.
 Mojarro escogió para dirigirse a su público, —escuchas, televidentes y lectores— el término de valedores por considerar que éstos, al escucharlo, verlo o leerlo, le daban valor, lo hacían valer. Y así como él llamó a sus oyentes, espectadores y lectores, éstos llamaron al maestro: Valedor.
 Ya en este siglo siguió en Radio UNAM los domingos de once a doce con un programa que en un principio se llamó Domingo 6 y, posteriormente, Domingo 7. Ahí lo escuché antes de la pandemia. Durante ésta varias veces traté de sintonizarlo sin lograrlo.
 El maestro Mojarro que nació en Jalpa, Zacatecas, el 21 de septiembre de 1932, murió en esta capital el pasado martes. Fue un hombre de una sola pieza, de gran congruencia entre su pensar y su actuar. Refractario a las cofradías de elogios mutuos. Desechó premios y chayotes.
 Fue un escritor de ficción muy destacado. En su primer libro de cuentos publicado en 1960 ‘El Cañón de Juchipila’, se adivina una influencia de Juan Rulfo que fuera su valedor. En 1963 escribió su novela “Bramadero” que suscitó la admiración de Alejo Carpentier. También escribió en 1966 su autobiografía. Ese mismo año otra novela: Malafortuna y en 1973 Trasterra. En 1986 publicó, Yo el Valedor y el Jerásimo. Su última publicación fue en 1998: ¡Mis valedores! Al poder popular. 
 Dirigió talleres de lectura, teoría política y creación. Todo lo hizo con pasión, humildad y disciplina. Aunque una calle de Jalpa lleva su nombre, el Valedor merece, que al igual que un personaje del Cañón de Juchipila, le compongan un corrido. 
 Termino con una de sus frases: “En México hay libertad de autocensura”. 

 Tomado de: Manuel Ajenjo Escritor y guionista de televisión.

Dejo aquí también el link de su página para los que no supieron de él lo conozcan- si quieren - .