viernes, 28 de febrero de 2014

Objetivo primordial

Toda la semana se anunció un maravilloso sábado 22 invernal en que la vida aún descansa, los árboles están dormidos, las personas se abrigan como pueden y el sol aunque se asoma al mundo con intenciones, no puede aún despedir el frio. Ese día prometía, era uno de esos que se han destinado de antemano para ser vivido como Dios manda y, llegado el momento, enfilar la blanca carretera que conduce al amplio salón, al entrañable lugar en el que año con año, la conciencia del Grupo y la buena voluntad institucional, le hacen brotar la fiesta y algo así como esperanzas para la comunidad, a veces con excelentes resultados.

Llevaba conmigo el anhelo de siempre, ese eterno compañero mio, con la convicción de someterlo a una sesión mas de compartimiento festivo, de allegarlo al amor al programa y así tener una cosa más que compartir con la vida. Nos aparcamos junto a la enorme aula a gozar de la fiesta con tostachos y gaseosas, mientras en el movimiento unos cuantos compañeros impecablemente vestidos llevaban un buen rato corriendo, levantando polvareda y tratando de meter en cintura todo lo necesario para el inicio de la reunión. Como debe ser, me dije.

Impresionaban la pulcritud en el vestir de los miembros del Grupo y la minuciosidad de detalles que conjuntaban el diseño de los arreglos…
Llegado el momento, no tan tarde como en otros lados, en el ¨banquillo¨, sentados a un lado del coordinador los cuatro expositores entre ellos una mujer joven,  al otro lado el novato compañero que daría la bienvenida a los asistentes; todos ellos completaban un cuadro nervioso y gesticulante.

Un auténtico lujo que contrastaba en mi memoria con aquellos tiempos en que era un acontecimiento disponer de un pequeño espacio de patio en una escuela primaria que más de una vez había que estar acondicionando debido a su escaso y vejestorio mobiliario, a la par de batallar con algo que parecieran bocinas para el sonido... En tales circunstancias es difícil no caer en la tentación de recuperar los recuerdos y tratar de trasladarlos al Anhelo de uno.
Por aquel entonces, amigos míos, a los alcohólicos nos gustaba volantear, llenar el barrio de cartulinas e invitaciones a medio mundo. Por aquel entonces, queridos míos, todo alcohólico tradicional  que se respetase traía a su borracho por información y estaba al pendiente de lo que se necesitase, era una gloria verlo deponer sus deseos de prestigio y con el pecho fuera, como lo hacía mi padrino Sockey, atender las solicitudes de los que iban llegando.
Cierto es que como individualistas, nos era difícil  dejar el papel protagónico a otro y apropiábamos todo lo que uno podía. y el otro se dejaba,  pero los recuerdos me dicen que salíamos a servir desinteresadamente y disfrutar de aquella maravilla irrepetible sin esperar, para nada, al futuro.

Y aquella mañana, en el aula entrañable, de qué manera se estremecía mi memoria cada vez que el Joven-Delaware y el resto del equipo, como posesos obedientes, echaban hacia adelante tratando de realizar de la mejor manera su labor.
Se me sacudía el alma viendo a aquellos recientes darse con todo, quejarse de nada…

Aquello no eran personas drogadas o alcoholizadas. Era una parvada de aves fuertes con aspecto liviano. Expertos en servir al que venía de  fuera. Quién diría, que aquellos hubiesen sido tiempo atrás, maestrillos en el revolcón, teatreros, especialistas en todo tipo de mañas, duchos en calentar al personal, quejosos, malas lenguas, abusivos, y llegaría el día en que cuidarían – llenos de disposición y buena voluntad- de que sus invitados, especialmente los recién llegados estuvieran de verdad cómodos e informados.

Por el contrario y muy a la usanza de algunos de por acá, están los compañeros entre comillas, especialistas en la distorsión que están confundidos (según yo) y que no han aprendido a diferenciar lo que es AA y lo que no es;  los betoperros, los patodonalds, los pingalocas, los primitivos; esos niñotes enfadados y malcriados. Lastimosamente en eso se han convertido algunos. En niños muy enfadados y aburridos. Son los cachorros de esos energúmenos que afónicos, congestionados, los azuzan desde la banca última empujándolos al combate.
Son el pedacito de las entrañas de esos autodenominados ¨maestros¨ que ponen en duda a gritos la honorabilidad y las costumbres del Delaware con Programa, del vecino o de quien se tercie.
Son los alumnos de esos zancarrones, de esos instructores en ciencias o artes de las que entienden poco, que desde el fondo impecable de sus complejos rebuznan a los nuevos (de esos conocemos también muchos en México)
Pero esos nuevos, zancarrón… tus ahijados, están proyectados para crecer. Para actuar por necesidad. Para divertirse viviendo.
No les anticipes la película. No los conviertas en aburridos y renegados prematuros, que de eso, ya se pagó el boleto.

Aún con eso, la reunión cumplió con creces las expectativas, el propósito de informar fue logrado atinadamente por los encargados de hablar , familias unidas disfrutando la fraternidad, pastel delicioso, mariachi  y cena-baile en armonía y alegría sin faltar desde luego el descarrilamiento de algún instinto…

 Y mi sentimiento, mi vieja emoción apareció de nuevo, como tantas veces, como aquella mi primera Junta de información en AA.

Felicidades AA Jóvenes DE…!!!















viernes, 7 de febrero de 2014

Falso abandono (chau número tres)



Te dejo con tu vida
tu trabajo tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.

Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.

Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.

Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.

Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.

Estaré donde menos
lo esperes por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.

Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.

Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.

Mario Benedetti Torres