lunes, 20 de diciembre de 2010

Vida ingobernable



Platicando con Mauricio Delawere punch tuve la sensación o necesidad de buscar y saber más acerca de la vida ingobernable (sin gobierno) del alcohólico – o sea la mía – y las primeras palabras que vienen a mi mente son: Anarquismo, Individualismo y EGOÍSMO.

Razón por la cual les traigo una idea tomada de los escritos de Bill que tienen que ver con el tema.

La palabra "egoísta" ordinariamente implica que se es ventajoso, exigente y desconsiderado respecto al bienestar de los demás.

Si no podemos o no queremos lograr la sobriedad, entonces verdaderamente nos perdemos aquí mismo y ahora. Carecemos de todo valor para los demás y para nosotros mismos en tanto no encontremos la liberación del alcohol. La preocupación por uno mismo debe significar nuestra propia recuperación y crecimiento espiritual.

Creemos que el Egoísmo es la raíz de todas nuestras dificultades. Impulsados por cientos de formas de temor, autoengaño, ventaja y autocompasión, atropellamos a los demás, y ellos se desquitan. A veces nos lastiman, aparentemente sin haber sido provocados, pero invariablemente encontramos que en algún momento en el pasado hemos tomado decisiones basadas en el egocentrismo, que más adelante nos hubieron de colocar en situación de ser lastimados.

Por eso pensamos que nuestras dificultades son básicamente provocadas por nosotros mismos. Surgen de nosotros, y el alcohólico es un ejemplo extremo de la obstinación desenfrenada, aunque generalmente no es eso lo que se piensa. Por encima de todo, nosotros los alcohólicos debemos deshacernos de este egoísmo. ¡Es necesario, o nos aniquilará!

El alcohólico es como un huracán que se precipita en las vidas de los demás. Se rompen corazones. Mueren las relaciones agradables. Los afectos se han desarraigado. Los hábitos egoístas y desconsiderados han mantenido al hogar en un tumulto.

Que no diga ningún alcohólico que no puede recuperarse a menos que recobre a su familia. Su recuperación no depende de la gente; depende de su relación con Dios, como él lo conciba.

Cada vez que una persona impone irrazonablemente. Sus instintos a otros, viene la desdicha. Si la búsqueda de las riquezas atropella a la gente que se atraviesa en el camino, entonces se suscitará la cólera, la envidia y la venganza. Si se desenfrena el sexo, surgirá una conmoción similar.

Las exigencias impuestas a otras personas de que brinden un exceso de atención, protección y amor, propician en ellas el dominio y la repulsión -dos emociones tan malsanas como las que las provocaron. Cuando el deseo de prestigio de un individuo se vuelve incontrolable, otras personas sufren y con frecuencia se rebelan. Este choque de los instintos puede producir desde frío desprecio hasta una candente revolución.

El término individualismo abarca numerosas corrientes, doctrinas y actitudes cuyo factor común es la prioridad del individuo sobre cualquier determinante externo.

Si utilizamos nuestras posesiones materiales en forma egoísta, entonces somos materialistas; pero si compartimos estas posesiones como ayuda a los demás, entonces lo material apoya a lo espiritual.

Persiste la idea de que los instintos son originalmente malos, y son los obstáculos frente a los cuales toda espiritualidad vacila. Yo creo que la diferencia entre el bien y el mal no es la diferencia entre lo espiritual y lo instintivo; es más bien la diferencia entre el uso adecuado o inadecuado de lo instintivo. El reconocimiento y la correcta canalización de los instintos son la esencia para lograr la integración total.

Entonces puedo darme cuenta cabal de que el trabajo para detener la anarquía en mi vida comienza desde el mismísimo Primer Paso o sea que eso es el inicio de mi recuperación.

Conclusión: sin importar el tiempo que se tenga en una agrupación podemos iniciar ese camino hacia el sano juicio.