viernes, 30 de septiembre de 2011

Renunciar



Volver a nunciar He aqui el entendimiento de la disposición a dejar atras aquello que tanto he buscado, deseado o tenido y que en adelante no me permitiría lograr sobriedad. Renuncia es el acto unilateral por el cual el titular de un derecho abdica al mismo, sin beneficiario determinado.
Al principio sacrificamos el alcohol. Tuvimos que hacerlo, o él hubiera acabado con nosotros. Pero no podíamos liberarnos del alcohol si no hacíamos otros sacrificios. La vanidad y la pomposa mentalidad tuvieron que desaparecer. Tuvimos que echar por la ventana la justifi­cación propia, la autocompasión y la ira. Tuvimos que retirarnos de la desatinada competencia por el prestigio personal y los enormes saldos bancarios. Tuvimos que asumir la responsabilidad de nuestro lamentable estado y dejar de culpar a otros por ello. ¿Fueron aquellos realmente sacrificios? Sí, lo fueron. Para obte­ner la humildad y el respeto propio, suficiente siquiera para perma­necer vivos, tuvimos que desechar aquello que había sido nuestra más cara posesión: nuestras ambiciones y nuestro ilegítimo orgullo. Pero aun esto no fue bastante. El sacrificio tendría que ir mucho más lejos. Otra gente habría de beneficiarse también. De manera que empezamos el trabajo del Duodécimo Paso; empezamos a llevar el mensaje de A.A. Sacrificamos tiempo, energía y aun nuestro dinero para hacerlo. No podíamos conservar lo que teníamos si no lo entregá­bamos completamente. ¿Pedimos a los recién iniciados que nos dieran algo? ¿Les pedi­mos que nos dieran poder sobre sus vidas, o fama por nuestro tra­bajo, o algo de su dinero? No, no lo hicimos. Encontramos que si pedíamos alguna de aquellas cosas nuestro trabajo perdía su eficacia. Así, aquellos deseos naturales tuvieron que ser sacrificados; de otra manera, nuestros iniciados recibían muy poca o ninguna sobriedad, y nosotros tampoco la obteníamos. Así aprendimos que el sacrificio debería tener un doble beneficio o ninguno en absoluto. Empezamos a conocer la clase de entrega de nosotros mismos que no tenía consigo un rótulo de precio.

Queda expresada mi necesidad de abandonar voluntariamente aquella idea o deseo que albergué dentro de mi por tanto tiempo. Es cuanto.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Poeta visual

Corazón de niño

Me sorprendí llorando un dia
por cuanto tiempo, no recuerdo,
llanto floreciendo en mi alegría
mi corazón de niño no encuentro.

¿Desde cuando no lo tengo? no sé,
lo dejé en el camino sin saberlo
¿por que lo extraño justo ahora?
¿como se puede abandonar un sueño?

Y detrás de la voz que la razón no entiende
descubrí un rumor, una verdad, un secreto
sin un corazón de niño latiendo en el pecho
mi corazón de hombre no está completo.

Acércate y te digo algo casi en silencio
ayer por la tarde me sorprendí riendo,
lo hallé sin buscarlo en tus ojos bellos.
Justo allí donde lo dejé, hace tanto tiempo.



Está pelón. No recuerdo bien donde se quedó. A veces he creído que nunca estuvo; sin embargo, haciendo un esfuerzo...rásquele, rásquele...creo recordar que hubo un tiempo...quizá muy poco...algo que quizá tenga que ver...medio borroso - como si anduviera briago - aquellos domingos que nos llevaban a güevo a misa...bueno, nos obligaban entre semana, porque a mi si me gustaba ir los domingos porque era diferente...viene a mi mente con agrado, como el solecito traspasaba los vitrales de la cúpula del "santuario" y caía a toda madre sobre toda la felígresia convirtiendo todo aquello en algo brumoso y mágico...escuchar y vivir los cantos y alabanzas (entre ellos la voz de mi madre que era mi Poder Superior) me llenaba de contento y a veces de vergüenza...
Salir de "misa", recibir un veinte de domingo, correr a la "bodeguita" para comprar dos "birotes de a diez" y caminar todos juntos hasta la casa, era todojunto una experiencia maravillosa.

Todo eso se acabó muy pronto.

Esos detalles me hacen saber que si estuvo allí ese corazón, ¿o alma?; y si, en verdad lo extrañe mucho, durante bastante tiempo. Y no fué un dia, sino bastantes de ellos, que el sentimiento de orfandad se hizo presente y latente.

Lo hallé ( no sin buscarlo pero si sin esperanza) allá en Capulhuac...¿como?, no puedo decirlo aqui, pero fué ahí, entre el bosque, la lluvia y el estruendo del llanto y el rechinar de dientes...donde sucedió el prodigio.


para el taller